Gallur, villa zaragozana a orillas del Ebro, es uno de los pocos pueblos aragoneses, incluso españoles, que puede presumir de haber tenido dos ferrocarriles y dos estaciones, además conservadas y activas.
Y es que en “Viajando en tren” caben París, Londres, Praga, Budapest, Dresde o Viena, pero también pueblos pequeños con encanto y con historia, como la querida localidad aragonesa. Además, es una cuestión personal hablar de un pueblo con el que tengo una vinculación y un cariño especial desde hace tiempo.
En primera persona
En 1988 trabajaba como factor en Tudela, cuando se
produjo una vacante en Gallur por la jubilación del factor titular. No me
ilusionó especialmente pues era un pueblo del que apenas sabía nada y del que
pensaba que era campo desde las agujas de entrada a las de salida, algo anodino
y ajeno. Quien me iba a decir que se convertiría en un lugar tan especial para mí.
El trabajo era variado: taquilla, paquetería, vagón completo, TIDE; bloqueo telefónico y muchos trenes. El primer día conocí al jefe titular, Jesús Gracia, al factor de circulación "titular" Javier Jericó y al guardagujas (aún existía la categoría) Florencio Becerril. Sencillamente, gente excepcional en lo profesional y en lo personal y lo mismo sus familias; amigos desde entonces. Como jefe suplementario, Jesús Calvo, hijo del reputado y exigente Calvo del puesto de mando de Zaragoza, compañero y amigo de juventud de mi padre. Con él, la sintonía fue también inmediata y la amistad que allí comenzó, continúa.
Pero no acabó ahí mi especial relación con Gallur. Trabajo aparte, que era una delicia, excursiones por el trazado y antiguas instalaciones del "Cinco Villas". Solo fueron unos meses de trabajo, pero iniciaron una relación imperecedera con un pueblo que siento como mío, gracias a estas personas y a otras igualmente excepcionales que he ido conociendo.
Muchas más actividades y relaciones, charlas, conferencias, excursiones, comidas... Y muchas más personas, algunas de las cuales no me resisto a citar, a riesgo de olvidar a alguna. En primer lugar, Jesús Estela, casi desde el momento en que nos dimos la mano, valioso y queridísimo amigo, gran aficionado y persona de increíble bondad. Personas que han dirigido la vida municipal, como Mariano Estela, Antonio Liz y Elisa; María José Galindo, eje de la actividad de la villa o Mariví, encantadora bibliotecaria, Laura, maestra de la escuela y, como no, Ángel López, conciencia crítica y gran dinamizador del pueblo. Una muestra de las grandes personas que allí he encontrado y, en su nombre, un mínimo tributo a este pueblo tan querido.
Una breve historia de Gallur
Junto al Ebro, el emblema de Gallur es la iglesia de San Pedro, templo neoclásico de mediados del siglo XVIII, con su esbelta torre de planta cuadrada y su primer cuerpo que era parte del castillo de la época de la dominación musulmana.
Gallur fue reconquistado en 1119 por Alfonso I el Batallador, un año después que Zaragoza, comenzando la repoblación con mozárabes de otras regiones. De esa época data la primera referencia documental de Gallur relativa a la concesión de tierras por parte del rey Alfonso, gracias a la estratégica situación del pueblo, en la frontera de los reinos de Aragón y Navarra.
Parece que fue construido un primitivo puente sobre el Ebro en el siglo XIII para enlazar con Tauste. Fue seguramente reemplazado por un paso de barca, activo hasta 1843, cuando se abrió un puente de barcas, sustituido a su vez en 1902 por el actual puente de San Antonio, también llamado puente de hierro o de las arcadas, desde entonces otra seña de identidad de la villa.
La tradición fluvial de Gallur ha sido una constante, siendo el hito más destacable 1790, cuando concluyeron las obras del canal Imperial de Aragón, una de las obras hidráulicas más importantes de Europa que, además de extender el regadío en la región, permitió establecer un servicio de transporte de viajeros y mercancías que hizo de Gallur un enclave de importancia. Complemento de la obra fue la construcción del puente sobre el canal en 1833. El auge de Gallur en el siglo XVIII hizo que adquiriera el rango de villa en 1785.
El siglo XIX fue de progresivo crecimiento y diversificación productiva, cuyos principales jalones serían la llegada del ferrocarril en 1861 y, 1899, con la puesta en marcha de una importante azucarera. A esta primera instalación industrial, seguirían a lo largo del siglo XX nuevas aceiteras, harineras y papeleras, favorecidas por la apertura del ferrocarril de las Cinco Villas en 1915, lo que hizo de Gallur un relevante nudo ferroviario.
Además del transporte ferroviario y fluvial, Gallur también
ha tenido relación con el aéreo, siendo sede en 1938 de la primera escuela militar
de pilotos de caza de la aviación española.
Junto a las dos construcciones más importantes ya
citadas, la iglesia de San Pedro y el puente de San Antonio, hay que referirse
a otros dos edificios: la Casa del General Ortega, edificio renacentista del
siglo XVII y, el edificio modernista del ayuntamiento, de 1938.
Finalmente, una referencia al Dance de Gallur, peculiar baile tradicional de origen decimonónico declarado en 2011 fiesta de interés turístico de Aragón, ejecutado en las fiestas de San Antonio y San Pedro. El cuadro del dance lo componen un grupo de dulzaineros y otro de danzantes, con ocho bailadores y un “Zagal”, dirigidos por el “Mayoral”.
Gallur y el ferrocarril
El ferrocarril llegó a Gallur el 18 de septiembre de 1861 con la conclusión del tramo Tudela-Casetas, aunque habría que esperar a 1863 para llegar en tren a Zaragoza. La línea era explotada por la compañía del ferrocarril Zaragoza-Pamplona (ZP) creada en 1852. El ZP se unió con el Zaragoza-Barcelona (ZB) en 1866, formando el Zaragoza a Pamplona y Barcelona (ZPB), enlazando las tres capitales en 1871, con la apertura del puente del ferrocarril sobre el Ebro en Zaragoza. Antes, en 1865, el ferrocarril había llegado a Alsasua, enlazando con la línea Madrid-Hendaya. El ZPB se integró en 1878 en la mayor compañía española, Norte. Gracias al ferrocarril, Gallur quedaba a menos de 2 horas de Zaragoza, a menos de 5 a Pamplona y a entre 9 y 10 de Bilbao e Irún, mejorando extraordinariamente las condiciones y tiempos de viaje de los coches de caballos.
La duplicación de vía entre Zaragoza y Castejón fue concluida en 1942 y dotada de nueva señalización en los años sesenta. Hasta finales de los sesenta reinó el vapor, circulando en la línea las más modernas locomotoras, particularmente las “Bonitas” y las “Confederación”.
En los años cuarenta se incorporaron los primeros automotores diesel, en servicios regionales de Zaragoza a Navarra y Rioja. A partir de 1969 llegaron los ferrobuses, relevados en 1976 por las unidades suizas de la serie 600, con la electrificación de la línea, mejorando los tiempos de viaje y el confort. A mediados de los ochenta comenzaron a aparecer las 440 y también las 900, manteniéndose hasta 1982 el ómnibus Zaragoza-Miranda, con locomotoras japonesas remolcando coches, normalmente, serie 5000.
En 1993 dejaron de circular las “suizas”, sustituidas por las 440 y los electrotrenes 432. Tras el retiro de los 432 en 2010, prestan servicio las 470 y en menor medida los 448, al cargo de seis Regional Exprés entre Zaragoza y Logroño-Pamplona-Vitoria y Miranda.
Además de los regionales, la importancia de Gallur se
reflejaba en las paradas asignadas a algunos de los trenes más importantes: el expreso
Barcelona-Galicia paró en Gallur entre 1964 y 1971; los de Barcelona a Bilbao entre
1941-71 y a Irún entre 1941 y 1985. También el rápido Barcelona-Bilbao entre 1941-74
e Irún, 1941-71; el TAF Valencia-Hendaya (Barcelona-Bilbao), entre 1956-65,
elevando con ellos la velocidad máxima en la línea a 120 km/h. El TAF fue
sustituido por el TER Valencia-Hendaya, desde 1971 también con rama a Bilbao,
parando en Gallur hasta el verano de 1980.
Además, entre 1915-70 funcionó el ferrocarril de vía estrecha de las Cinco Villas Gallur-Sádaba, de 56 kilómetros. Contaba con cuatro locomotoras de vapor, cinco desde 1927 y una diesel desde 1961.
Dispuso de una docena de furgones y coches de madera y bogies con balconcillos, de 3ª y mixtos de 1ª, 2ª y 3ª; más de cien vagones cuadra, bordes altos, plataformas, trucks, cerrados, tanques y jaulas, además de vagones de socorro; dresinas y automóvil de servicio.
En 1935 se incorporaron un par de automotores Zaragoza. Fabricados por Carde y Escoriaza, con licencia alemana, inicialmente con motores de gasolina, diesel desde 1949.
Además de trenes de mercancías, en la historia del Gallur-Sádaba circularon entre dos y cuatro trenes de viajeros, en algunas etapas convencionales mixtos de viajeros y mercancías y en otras, solo o mayoritariamente con autovías.
Dentro
de las limitaciones propias de la vía estrecha, el Gallur-Sádaba era uno de los
que ofrecía mejores prestaciones, por ejemplo, alrededor de 1h 20 con tracción vapor
entre Gallur y Ejea (34 kilómetros) o en torno a 1 hora con los automotores.
Una referencia imprescindible para conocer mejor este ferrocarril es el libro "El ferrocarril secundario de Sádaba a Gallur" de Mariano Rodríguez Gonzalvo y Pedro González Fraile.
Actualmente pueden verse las dos estaciones; la de Adif
reducida a apeadero, con el edificio que en 1974 sustituyó al original. Junto a
ella, la estación de vía estrecha que, tras estar abandonada desde su cierre en
1970, fue recuperada hace algo más de diez años, como albergue municipal del Camino
Jacobeo del Ebro y del Camino de Santiago de Soria.
Además de la estación, aún pueden recorrerse restos de las antiguas instalaciones del ferrocarril, así como un par de edificios que pertenecieron a la antigua compañía y que pudieran ser el germen de un centro de interpretación del ferrocarril en Gallur y en las Cinco Villas. Lo merecería esta villa de tradición ferroviaria y con tanta buena gente.
Una historia completa, interesante y genialmente documentada. Gracias por acercarnos a Gallur y conocer muchas cosas, guiados por tu vida y experiencia. Me encanta. Un abrazo, Alfonso.
ReplyDeleteMuchísimas gracias por un comentario tan amable.un abrazo
Delete¡Qué gran artículo Alfonso!. Cuantos años viviendo en la estación...😢. Un abrazo fuerte.
ReplyDelete¡Muchas gracias Jorge! Un placer leerte
DeleteMe ha resultado muy ameno e interesante y como siempre mezclando experiencias personales con datos históricos.
ReplyDeleteEncantado de recordar esta estación y a algunos de esos ferroviario.
Un abrazo Alfonso
Una gran descripción, que llegará a muchas personas sensibles a la historia de nuestros ferrocales, así como también a momentos históricos de nuestra villa, el artículo me parece insuperable, también escrito con gran delicadeza.
ReplyDeleteUn abrazo.
Muchísimas gracias. Un abrazo
DeleteUn gran trabajo del amigo Alfonso Marco, como siempre. No llegué a conocer este pequeño gran tren, pero por las fotos que he visto en el documento, el material era muy "ferroviario" sus furgones de dos ejes con los coches de balconcillos hubiera hecho las delicias de todos los aficionados de hoy. Un fuerte abrazo Alfonso.
ReplyDeleteTambién fui factor de Circulación y reemplazando a Jefe de estación, en Gallur.... Cuando se estaba reemplazando la circulación por la izquierda,,, que años aquellos,,,
ReplyDeleteMi cargo fue S. O., y efectúe servicio desde Arguedas hasta la Joyosa Torres,,,,,, José Lara más conocido por Lara el Sevillano
ReplyDelete¡Qué interesante! Vive en Gallur?
ReplyDeleteMuchísimas gracias. Un abrazo
Buenas tardes ,quisiera hacerle una pregunta ,mi abuelo trabajo en la estacion y la verdad es que no se mucho de el como podria averiguar u obtener informacion sobre eso, se que trabajo y creo que murio de un accidente con un tren
ReplyDeleteMuy buen trabajo
muchas gracias
Buenas tardes; alguien me puede decir la fecha del descarrilamiento de un expreso que tuvo lugar unos días antes de la Navidad de 1971?
ReplyDeleteCoincidión en el tiempo con el terrible accidente del autobús caído al Pozo de San Lázaro y el derrumbe de un edificio en la Plaza de la Victoria de Zaragoza
Guaaauu
ReplyDeleteMe encanta este post, porque me encantan los trenes y la historia. Donde vivo ahora nada tiene que ver con esto, de hecho, no tiene ni tren. Busqué para comprar chalets en Jávea y encontré uno perfecto para mi y mi familia.
ReplyDeleteNo sé qué tienen los trenes, pero, me dan una tremenda nostalgia aquellos que presentas en los posts y que llegué a conocer. Sobre todo, esos expresos verdes que paraban en todas las estaciones de los pueblos y que eternizaban los viajes. Sin embargo, los echo de menos.
ReplyDeletePor cierto, esa foto del puente de hierro de San Antonio, lo pinté junto a otros dos compañeros con la empresa de Pinturas Pintado. También el de hierro de Zaragoza que, posteriormente se pintó de blanco y azul.
Enhorabuena por el blog tan entrañable.
Saludos.